Otra historia...

Me acuerdo que en primaria me pusieron de Maestro de Ceremonias. Mi mamá, como pasaba en todo acontecimiento en el que yo awevisimo tengo que destacar, se enorgulleció bien machín. Digo awevisimo porque es forzoso que destaque, porque los reflectores por así decirlo están sobre mí.

La verdad es que siempre he sido muy serio y reservado. Y en ésa etapa de mi vida mucho más. Luego entraré en detalles el caso es que tenía (y tengo creo) un cierto pánico escénico. Cuando sé que tengo que hablar frente a un público, no importa qué tan grande o pequeño sea, empiezo a ponerme nerviosillo. Pienso una, dos, tres veces.. qué es lo que voy a decir, cómo lo voy a decir.

Obviamente en mi cabeza las palabras tienen una coherencia impresionante, todo sale fluido, sin trabas ni tartamudeos. El pedo es cuando empiezo a hacerlo en realidad, las ideas que con tanto cuidado organicé en mi cabeza se borran, se desordenan, se desorganizan... A la mera hora todo sale abreviado, fragmentado, en fin, un desmadre. El discurso que tenia preparado en mi cabeza era algo convencedor y conmovedor... lo que sale de mis labios es muy a fuerzas coherente.


Y éso me sigue pasando jaja pero menos, ahora creo que he desarrollado esa herramienta social un poco, lo suficiente. Aunque, todavía me falta claro está.

Equis la anécdota es que me eligieron para ser el maestro de ceremonias de unos honores a la bandera. Los TÍPICOS honores a la bandera de primaria, del Regio. El viernes, todos uniformados... las mamás/y los papás presentes cámara de video en mano para grabar para la eternidad (?) esa imagen de su hijo bailando, cantando, declamando, etc etc etc. Todos éramos talentosos a esa edad.


Me tocó ser el honrado y orgulloso estudiante que iba a dirigir los honores. Ya estaba yo preparado, carpeta en mano, listísimo para enfrentar a la multitud (porque así veían mis ojos a los montones de güercos uniformados y en filas). Estaba tras bastidores, recibiendo las últimas indicaciones como si fuera aquél jugador, figura del equipo, que lesionado va a ingresar a la cancha y en el cual están depositadas todas las esperanzas de la afición (pésima analogía yo sé, pero tenía que utilizar algo del fútbol)

Empiezo a caminar hacia el escenario.. cuando OH problema... El mozalbete da un tropezón con una madera que algun enemigo, de seguro tuvo que ser un enemigo, dejó a su paso. El morrito cae para adelante bruscamente y se da un barbillazo (no sé como se diga) contra el suelo. Creo recordar un poco de sangre... tan chiflado como estaba, un poco de sangre era suficiente para desatar el llanto.

Empecé chille, y chille y chille. No crean que como niña, tampoco, hasta eso era un llanto estoico, valiente.

Yo contemplaba mis opciones.. pero cómo iba a salir al escenario con mi traje nuevecito todo manchado de sangre en el cuello! Horror! Desgracia!

Pero rápidamente tomé una decisión, ya que me presionaron ja. La maestra (recuerdo q era maestra) me dijo, Albertito vas a poder continuar? Si no puedes, aquí está Óscar y el puede leer tus hojas.

Tiiiiiiiiiiiiiiiiiraleón fue todo lo que necesitaba, me picaron el orgullo. No iba a dejar que alguien me robara el protagonismo que tanto me había costado ganar!

Sorbí los mocos, me sequé los ojos, y salí al micrófono. Dice mi mamá, y yo me acuerdo claramente también, que empecé a leer la ceremonia primero con una vocecita, moqueando y haciendo pucheros. Pero que, lento pero seguro, fui agarrando confianza, y el FIRMES YA! Lo dije de todo corazón, con todos mis pulmones.



Creo que este episodio de mi vida, que es de esas cosas que no me voy a olvidar, describe mi vida de una manera un poco certera.

Nos vemos