El pinche olvidado :)

Empiezo de nuevo, empiezo donde terminé y donde siempre he empezado

Friday, March 31, 2006

¿De vuelta a las andadas?

Buenas noches, días o tardes. No sé, depende mucho de la hora en la que usted queridísimo lector se encuentre.

Heme aquí de vuelta en este, SU blog. La verdad es que es mío, pero lo comparto no hay bronca, al fin y al cabo no me da pena compartir lo que este corazonciano siente y esta cabezota piensa.

Me choca caer en lo que son las modas. Y más me choca porque esta moda de tener tu blog donde escribes lo que pienses, sientes, te gusta, te duele, etc., la he vivido desde hace ya un buen, BUEN rato. Soy bien innovador yo siempre.

Nel, la neta lo que más me choca es que sin querer queriendo voy cayendo de nueva cuenta en el estereotipo de chico emo gay, del cual me costó tanto trabajo alejarme. Igual es mi naturaleza. Lo dudo la verdad, siento que más que nada es la influencia de los medios y de la música en mi. Igual y soy bien malo, nomás que me da penita sacarlo.

En este momento me gustaría escribir mis alegrías y decepciones amorosas (ooootra vez). Esto es lo que me choca. Pueden echarle una leída a mi blog y tiene ya qué... 3, 4 años de existir? Mucho tiempo. Suficiente como para que un adolescente/joven de 20 años hubiera cambiado un poco su mentalidad. Y no quiero ni leerlo yo, porque siento que la tónica es la misma. No creo haber cambiado tanto como me imaginaba.

En fin... la idea era escribir algo que traigo en la cabeza, pero la neta no tiene caso. Uno, porque este espacio está muy visible. Y no es que me de pena o que vaya a decir algo que no haya dicho ya. No es éso... Sencillamente es que no tiene caso, y no quiero parecer tan marica. Sí lo soy, pero no quiero parecerlo.

¿Entonces qué puedo hacer? Escribir algo diferente. Hay que meterle variedad a este cotorreo, y quiero aprovechar que hasta este momento las palabras van fluyendo. Es lo bueno de cuando me entran cotorreos medio raros, así como que depresivos/valemadre. En mi vida es en estos momentos cuando he hecho las pendejadas más divertidas.

Cuando me he perforado era en momentos así. Cuando me pinté el pelo, fue en un momento así. Cuando me emborraché por primera vez, fue en un momento así. Mis primeros cigarros... en momentos así. Cuando me pinté los ojos.. momentos así jaja hipergay.

No es que sea rebelde. Soy contreras, pero no rebelde. Lo que pasa aquí creo yo, es que en momentos en que me siento hasta cierto punto mal conmigo mismo... hago estas cosas para sentirme diferente. Para dejar de concentrarme, y distraerme en otras babosadas.

No es de éso de lo que quiero hablar. Se me ocurrió escribir un pequeño cuentecillo. ¿Qué les parece si lo intentamos? Tengo rato sin escribir uno. Veamos...




Érase una vez (todo buen cuento tiene que empezar así) que existía un hombre de madera. Era un hombrecito, chiquito. No era uno de ésos juguetes artesanales hecho a imagen y semejanza del hombre. Tenía sus articulaciones y eran movibles, pero carecía de algo sumamente importante en todo hombrecito de madera. Su rostro.

El hombrecito de madera permanecía entre las sombras de un estante. A veces se sentía feliz, a veces triste. A veces quería gritar, llorar, reír a carcajadas. Sentía, pero era incapaz de expresar estos sentimientos.

Tenía un tenue recuerdo de su existencia como un pedazo de madera. No era madera fina, pero era una madera con un bonito color. Recordaba a ratos como el carpintero sostuvo en sus manos por primera vez ese pedazo de madera. Nada especial en él, nada que lo hiciera diferente a los demás pedazos de madera en el taller. Sin embargo, el carpintero -un hombre acostumbrado a hacer trabajos grandes, sin muchos lujos-, observó el pequeño pedazo de madera y en su rostro se dibujó una sonrisa. El pedazo de madera latía entre sus manos, y el no tan hábil pero sí muy sensible carpintero se percató de ésto.

El carpintero tomó entre sus manos este pedazo de madera. Y como si fuera ayer, el hombrecito recordaba ése momento en el que tomó forma y su corazón empezó a latir con más fuerza.

Como tantas historias de amor y de amistad en este planeta, esta historia no tuvo un desenlace completamente feliz. Como tantas historias de amor en este planeta, el interés que tenía el carpintero... esa belleza que veía en el pedazo de madera se fue desvaneciendo. Como tantas otras historias de amor, uno se fue y el otro se quedó esperando.

El hombrecito de madera se quedó esperando su rostro.

Permanece estático, inconmovible. No sufre, pero tampoco goza. No llora, pero tampoco ríe. Él sigue ahí, esperando a que llegue ese carpintero que le dará lo que le falta. Es una vida que le exige una paciencia y una fe absoluta. ¿Una existencia así vale la pena?

Yo qué sé. Apenas que le pregunten al hombrecito de madera.










p.d. Claro que vale la pena. Solamente que no seme hizo que tirara tanto esa oración como conclusión.

Equis jaja no tiene nada que ver con mi vida. Se me ocurrió porque en este cuarto, hay un hombrecito de madera sin rostro. Nada del otro mundo.

Baygon (verde)