El pinche olvidado :)

Empiezo de nuevo, empiezo donde terminé y donde siempre he empezado

Monday, July 24, 2006

Tengo el recuerdo. Cuando salía de las clases de piano me quedaba afuera de la casa a donde iba, sentado en la banca esperando a que mi hermano(a) terminara su lección y que llegara mi mamá por nosotros.

Me paraba y en los jardincitos me ponía a buscar caracoles. Hace años que no veo uno. En ese entonces era facilísimo encontrarme con varios en cada aventurita. Los tomaba con mis manos y los iba juntando, uno por uno.

Los juntaba, y al echarles una rapida ojeada entre cada nueva adquisición, veía que una babosa cafe/grisácea asomaba su cabeza... o lo que sea que era... por un agujerito.

Al tener un montoncito entre mis manos, los ponia todos en el suelo cuidadosamente, sin tirarlos para evitar que se rompieran.



Y luego los aplastaba uno por uno escuchando el suave crujir bajo mis tenis.



¿Que por qué lo hacía? No sé, no me siento particularmente orgulloso de mis crímenes. Tal vez lo hice por las razones que justifican muchos de los actos malos que llegamos a cometer.

Quería ver que se sentía destruir algo hermoso, único e irrepetible.

Sunday, July 16, 2006

Donando sangre...donando vida.


Hace muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un Hospital de Stanford, conocí a una niñita llamada Liz quien sufría de una extraña enfermedad. Su única oportunidad de recuperarse aparentemente era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quien había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado anticuerpos necesarios para combatir la enfermedad. El doctor explicó la situación al hermano de la niña, y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre a su hermana. Yo lo vi dudar por solo un momento antes de tomar un gran suspiro y decir: Si, lo haré, si eso salva a Liz. Mientras la transfusión continuaba, el estaba acostado en una cama al lado de la de su hermana, y sonriente mientras nosotros lo asistíamos a el y a su hermana, viendo retornar el color a las mejillas de la niña. Entonces la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció. El miro al doctor y le pregunto con voz temblorosa ¿A que hora empezare a morirme? Siendo solo un niño, no había comprendido al doctor; el pensaba que le daría toda su sangre a su hermana. Y aun así se la daba.
Da todo por quien ames. Actitud, después de todo, es todo.












Ésto no lo escribí yo. Pero lo leí y me puso la piel chinita chinita. Me encanta que se me ponga la piel chinita jajaja.

Estoy viviendo mi canción.